viernes, 5 de octubre de 2012

Arte urbano: espacio público y seguridad *

Por: Carlos Jurich Domingo 9 de Septiembre de 2012

Mientras la ciudad de Comodoro sigue con su rutina diaria un hombre se detiene en una plaza, y en la pared del fondo de una sucursal bancaria proyecta los trazos generales de un enorme mural. El motivo tiene relación con el pasado, pero también con el presente. Se ve un barco de carga, la imagen de los primeros petroleros, los logos de la histórica YPF y un sinfín de detalles más. A medida que los vecinos circulan por la plaza se suman a colaborar. Vecinos mayores, jóvenes y niños van colocando algunas pinceladas en una construcción colectiva que en pocos días va tomando forma. El hombre que lleva adelante la propuesta es Adrian “el Pájaro” Carreira. Un artista de fuste que participa de un programa nacional llamado “Que florezcan mil murales”, propiciado por la organización www.arteycompromiso.org.ar y la Escuela Nacional de Gobierno. ¿Qué relación puede tener la intervención urbana de un artista con la seguridad? En varias notas anteriores dedicadas en específico al tema seguridad pude explicar que existe una relación científicamente probada entre la calidad del espacio público y la seguridad. Que un lugar sucio y descuidado transmite un poderoso mensaje a la comunidad respecto de que allí todo vale. Un vidrio que permanece roto sin ser reparado invita a nuevos actos vandálicos. Un paredón sucio y cubierto de pintura sin sentido invita a continuar ensuciando, pues allí no hay ley, el espacio es de nadie y el desorden es un valor aceptado. Nuestra ciudad se ve tan fea y descuidada que aceptamos el desorden como normal. No sentimos las calles como propias, por lo que aceptamos en silencio que la gente se alcoholice en las esquinas, que existan lugares donde la policía no pueda entrar, o que nuestros propios hijos deambulen con un aerosol o marcador ensuciando las paredes del barrio. El abandono del espacio público hace que los propios vecinos cometan actos de falta de higiene y mala educación que no permitirían en su propia casa. Las plazas sirven para depositar carcasas de autos viejos, los escombros se tiran en las plazas y la basura se arroja en un canal de drenaje. En vez de cuidar nuestro barrio esperamos que lo limpie la Municipalidad. La misma gente que por comodidad hace este tipo de cosas luego se queja por lo fea que está su ciudad. El paso siguiente es permitir que a un vecino le roben o lo golpeen en la puerta de nuestra casa sin salir a prestar auxilio, ni llamar a la policía, total lo que pasa afuera no es de nuestra incumbencia. Pero este proceso de degradación se revierte rápidamente cuando las personas de bien recuperan su amor por la estética de la ciudad. A través de nuestro compromiso y de nuestro trabajo, los espacios “de todos” volvemos a sentirlos como el espacio “de uno mismo”. Cuando los propios vecinos deciden reemplazar los insultos escritos en un paredón por un hermoso mural están ejerciendo el dominio del barrio y recuperando lo que es de ellos. Lleva el mismo esfuerzo pintar “puto el que lee esto” que trasmitir un mensaje de valores humanos o expresar el amor a Dios. Con la misma pintura que un joven utiliza para insultar a la hinchada de futbol rival, también puedo expresar sus ideas políticas o decirle al mundo lo que el deporte representa en su vida. Comprometidos con estas ideas, en estos precisos momentos los vecinos de Standart están pintando un mural sobre las paredes de la vecinal donde detallan los valores trascendentes que esperan para su comunidad. Quien ama su barrio, también piensa en su ciudad, en su provincia y en el bien de su país. La conducta individualista fomentada durante décadas por el liberalismo económico hizo que muchas valiosas expresiones artísticas agoten su contenido en escribir el nombre de la persona o el grupo que efectuó la pintada. Todos los adolescentes garabatean sus nombres con un marcador, pero quizás es tiempo que algunos de ellos comience a expresar un mensaje de contenido. Hace algunos años los grupos de pintores de hip hop de la ciudad, haciendo gala de su talento, realizaron un hermoso mural que embellece el paredón de una empresa emblemática de Km 5, expresando el reclamo comunitario por el cese de la violencia en el fútbol. Tal vez no haya que esperar que la violencia en el fútbol llegue a la locura de quemar un jardín maternal, o que un degenerado golpee salvajemente a la religiosa más destacada del Stella Maris, antes de actuar para recuperar entre todos la seguridad del espacio público que por derecho nos corresponde.
* Disponible en: http://www.elpatagonico.net/nota/168217-arte-urbano-espacio-publico-y-seguridad/

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